"Cuando el obrero estuvo en el mundo sin organizarse, fue un juguete de las circunstancias y sufrió la mayor de las injusticias sociales"
Juan Domingo Perón
A través de la historia vemos que los trabajadores entendieron siempre que la mejor manera de organizarse como clase era buscando su propia identidad expresada institucionalmente dentro de un sindicato. De esta forma también lo entendieron nuestros ancestros cuando hace casi cien años fundaron, un 21 de agosto de 1916, la “Asociación de Empleados de Compañías de Seguros”, antecedente genético de nuestro Sindicato.
Es que un sindicato contiene en sí mismo toda la fuerza y la presencia que le da su elemento constitutivo fundamental que es la representatividad, y del que carecen los trabajadores individualmente considerados. Este elemento le sirve para representar a sus afiliados en todos los aspectos que se deriven de la actividad laboral, ya sea frente a las patronales, las cámaras empresarias, el propio Estado, etc.
Ahora bien, ese poder de representación no viene desde otro lugar que no sea el AFILIADO. De allí la importancia esencial de que los trabajadores asuman la responsabilidad de su propia participación en la única institución que no tiene otro objetivo que el bienestar exclusivo del trabajador. A su vez el aporte del afiliado garantiza la independencia económica del sindicato…, de esta manera podemos decir que “solo dependemos de vos compañero”. Tampoco hay dudas de que cuanto mayor cantidad de afiliados tenga un sindicato, mayor poder de negociación tendrá.
Dice Paul Krugman, premio Nobel de Economía 2008:
“Para tener una sociedad de clase media se necesita tener un movimiento sindical fuerte, ya que la sindicalización actúa como una especie de paraguas que no solo beneficia a los afiliados, sino a toda su clase trabajadora”. Y advierte que “allí donde los poderosos quieren mantener su poder intacto, para ganar más dinero y abusar de los trabajadores, lo primero que hacen es intentar acabar con los sindicalistas y con los sindicatos”.
Es realmente difícil imaginar motivaciones en un trabajador para decidir “no” afiliarse, pero lo cierto es que todavía un porcentaje importante de asalariados no lo ha hecho. También podríamos agregar, para que resulte más difícil aún de imaginar, los enormes beneficios prestados por el sindicato a través de subsidios, turismo social, colonias infantiles, etc., aunque lo más importante es la toma de conciencia de los valores de “unidad y solidaridad”, ya que sin estos valores como fundamento no se desarrolla el sentido de pertenencia.
Tal vez lo que debería entender el compañero “no afiliado” es que, aunque no lo perciba, ya pertenece, de hecho, a ese colectivo llamado sindicato, no solo por trabajar en la misma actividad, sino por ser, también y en la misma medida que el afiliado, el receptor y beneficiario de todas las conquistas que se lograron y de la defensa y conservación de sus derechos, pero sin haber participado, de ninguna forma, en las luchas para lograrlo, ni tampoco haber aportado con su cuota de afiliación los medios para solventar la estructura que necesita toda organización sin fines de lucro para funcionar y que, reiteramos, no nos hace depender de nadie, “solo de vos y para vos”.
Ningún trabajador tiene la obligación de afiliarse. No existe norma alguna al respecto, y es justo y lógico que así sea. Pero debemos reflexionar sobre si no existe una obligación moral, ética y solidaria para afiliarse, más aún en el caso de nuestro sindicato donde ni siquiera se cobra, como sucede en otros gremios, un aporte obligatorio a los trabajadores no afiliados.
Tal vez en el fondo, lo que subyace en la decisión de un trabajador para no afiliarse a su sindicato, no es otra cosa que el viejo, absurdo e insostenible discurso antisindical, que solo favorece a los intereses de los explotadores de siempre.
Estamos transitando el año del “Centenario del Sindicato del Seguro”. Si desandaramos ese camino nos llenaría de orgullo y admiración contemplar tantos logros, tantos derechos conquistados y defendidos y de tantos Compañeros que nos marcaron a fuego con la impronta de su ejemplo y sacrificio…
Pero también un camino que no estuvo exento de penurias, persecuciones, intervenciones y privaciones de todo tipo, “simplemente” porque siempre fuimos protagonistas de la gloriosa historia del Movimiento Obrero Organizado y nunca actores de reparto.
Es verdad, de protagonismo y de protagonistas se nutre la historia. El protagonismo corresponde a la institución, al Sindicato. Los protagonistas son los trabajadores.
Y de ese protagonismo y de esos protagonistas, siempre con la unidad y la solidaridad como banderas, surgió hace más de 60 años la que es hoy NUESTRA querida y valorada OSSEG, una Obra Social ¡SINDICAL!, que no hubiera existido, ni existiría, sin el Sindicato al que pertenece.
De todas maneras, le decimos al compañero que no decidió todavía afiliarse a “SU” SINDICATO, que igual se quede tranquilo, que aunque no se comprometa y siga ejerciendo su “derecho” a no afiliarse mientras exista el SINDICATO DEL SEGURO jamás “será un juguete de las circunstancias, ni sufrirá las injusticias sociales”.